Vivimos en una sociedad que impone la delgadez como modelo de belleza y la gordura como algo negativo. Ésta está llena de prejuicios como que las personas con sobrepeso son vagas e inconstantes.

Más allá de esto, los medios de comunicación se encargan a diario de recordarnos este patrón de belleza «ideal» mediante videos y fotos de famosos enseñando y mostrando la forma de conseguirlo, millones de anuncios sobre productos y alimentos «milagrosos» que te harán adelgazar en dos días no se cuantos kilos, todo mentira.

Esto es captado por l@s adolescentes y mujeres jóvenes como forma de conseguir el peso y la silueta deseada y aparecen los problemas de conducta, se dan de bruces con la realidad. Ese producto no le adelgaza todo el peso en dos días y esa «dieta milagrosa» le está haciendo cambiar tu forma de ser, sintiéndose malhumorada y desanimada por no obtener los resultados deseados.

Comienza la desesperación porque no se ve como las amigas o como las famosas que salen en la televisión y redes sociales y poco a poco este pensamiento se va haciendo parte del día a día e incidiendo de forma continua en las actividades diarias. 

Estos pensamientos dan lugar a conductas extremas con el objetivo de reducir el peso. Algunas de estas conductas son la utilización de una dieta muy baja en calorías, el consumo de laxantes o la provocación del vómito.

Como podéis observar es un proceso continuo donde la persona apenas se da cuenta de que lo está pasando, es decir, se produce de manera casi inconsciente.